octubre 26, 2022

Sensaciones

Esta noche es fresca, aires de otoño. 

Camino como si mi cuerpo jamás fuera a sufrir estragos percatándome que no siento comezón, dolor o sensación en alguna parte del mismo. La única que tengo es un pequeño huequito entre la garganta y un cosquilleo en el estómago. 


Tu recuerdo.


De pronto, llega la noción de que existes en esta realidad.

Es como si te escuchara en algún lado, tus pulmones llenándose de aire, el imperceptible crujir de tus dedos, las nociones sigilosas de cruentas batallas que la vida te ha estado dejando como paradigmas inquebrantables, el hambre de sensaciones, solo el hambre.


Saber que caminas en algún sitio de esta dimensión, de esta ciudad, me parece suficiente. Las vibras que te mando y llegan a través de tu ventana estratégicamente colocada las cuales te ayudarán constantemente para  cumplir cada uno de tus sueños, de tus deseos, tus retos por venir

La forma relajada y obtusa con la que me quitas el miedo sin tener un propósito real de hacerlo, es increíble.


Podría suceder de no volver a verte nunca más, o de abrazarte y quedarme solo en esta calle caminando pero llega la tranquilidad sintonizando al menos tu obscuridad en medio de la noche, incluso en un pastelillo, donde mis papilas siempre encontrarían la manera de comunicarse con las tuyas porque realmente importa.

No te alejes, se va parte de mi vida. Por ahora sé que estás bien porque mi corazón late tan fuerte, al mismo tiempo que el tuyo.


Porqué habría de mentirte para que no te alejes?

Porqué habría de decirte que esto no es trascendente?

Para mí lo es, a eso es que he venido al mundo.

A buscar antenas que repitan al menos por segundo mis gustos, mis sueños, mis antojos, mis deseos, incluso mis pesadillas.


Por eso, también, escribo.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Estos días de otoño son muy favoritos, mi época preferida y ahora más con estos escritos

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