Han llegado a la vida momentos en donde se percibía una comodidad, tranquilidad y/o una estabilidad que parece estará durante mucho tiempo.
Sin embargo, en un chispazo se da un giro de 360°, de blanco a negro, de bueno a malo o de luz a sombra.
Después de tomar la decisión correcta está bien sentirse triste; a veces tenemos una idea equivocada sobre cómo se siente tomar las decisiones correctas pero que no todas traen paz o felicidad.
En algunos casos traen mucha tristeza, pérdida y angustia donde debemos decidir por un bien común, más allá de los propios intereses.
A veces duele, siento similar al cometer un error o incluso un gran fracaso, pero en el fondo es lo que se debe de hacer. Es lo correcto por más dolor que sienta.
Terminar una etapa de la vida, una relación, renunciar a un trabajo, mudanza, cambiar de estudios o hasta regresar a casa de tus padres.
Es fácil escribirlo, es fácil leerlo o mencionarlo pero ésta o estas decisiones difíciles por muy pequeñas que sean cuestan muchísimo trabajo y la parte más compleja es reconocer esta dificultad; hacer lo mejor que pueda con lo que se tiene al alcance o en las manos.
Las decisiones correctas, a veces, son difíciles pero que sobre todas las cosas: lo estoy haciendo bien y de manera definitiva aunque duela hasta el alma.
Una mente y alma libres.
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